Desde la
antigüedad la relación hombre-animal se tornó en algo más que en una cuestión
de presa – cazador, en algo más que el establecimiento de una vida sedentaria y
una lucha por la supervivencia, este vínculo comenzó a tornarse afectivo, los
científicos afirman que el primer animal domesticado fue el lobo, probablemente
relacionando en primer término al humano con comida y creando una simbiosis, es
decir, comida a cambio de cuidado y protección contra posibles amenazas. Es así
como en diferentes culturas podemos ver plasmados en su arte principalmente a
perros, gatos y caballos como compañeros de viaje, por ejemplo recordemos que
para los egipcios, Anubis, representado por un perro o chachal negro, era el
encargado de guiar el espíritu de los muertos, incluso al morir sacrificaban
también a sus mascotas para que guiaran y acompañaran al amo al “más allá”; es
también en el seno de esta maravillosa cultura donde se domestica al gato,
siendo usados como predadores de roedores y reptiles que pudieran representar
una amenaza para los silos donde almacenaban granos, así mismo plasman esta
relación como a través de la diosa Bastet, que simboliza la luz, el calor y la
energía solar, el misterio, la noche y la luna. Por su parte los caballos
fueron en un inicio usados para alimentar a las tribus y más tarde, las hordas
bárbaras comenzaron a utilizarlos como
medio de transporte, como fuerza de trabajo para sus labores diarias y al igual
que los griegos, persas y más tardes los romanos fueron elementos predominantes
en la milicia.
Es así
como a través de una relación que nace por “conveniencia”, comida y seguridad a cambio de un trabajo,
los animales y los humanos comenzaron a crear un vínculo mucho más allá de una
prestación de servicio, es decir, comenzaron a ser parte de la familia, también
tenían ya un nombre y respondían a estímulos diferentes a la comida. Está
demostrado científicamente que el contacto con animales (principalmente
mamíferos), nos permite producir
endorfinas, que son las hormonas que se liberan para tener sensación de
bienestar, placer y tienen un efecto analgésico, cabe mencionar que estas
hormonas son producidas también al hacer ejercicio, comer chocolate, en la fase
de enamoramiento y al tener un orgasmo y en situaciones estresantes para contrarrestar
momentáneamente el efecto en el cuerpo producido por la adrenalina. De esta
forma el cuerpo de forma natural, al producir endorfinas, activa y potencializa
el sistema inmunológico, lo que permite aliviar y prevenir enfermedades tanto
físicas o emocionales.
Existen
todo tipo de casos documentados de la influencia positiva de los animales en
diferentes escenarios, por ejemplo en su libro “El niño de los Caballos”, el
autor Rupert Isaacson, narra la historia de como su hijo a través de los
caballos sana su autismo, una historia verídica, documentada por los propios
padres que sin lugar a dudas es un testimonio no solo del poder sanador de los
caballos, si no de la importancia de escuchar el corazón, de este chico
maravilloso que es un guerrero al igual que sus padres y de la importancia de
la fe. También hay otros testimonios de como personas con problemas motrices, a
través del vínculo que generan con los animales, especialmente con los perros,
logran mejorar su motricidad, elevar su autoestima y darse cuenta que el poder
está en la fuerza de voluntad, sin lugar a dudas los animales son grandes
maestros, por ejemplo, algo que me encanta del trabajo psicoterapeútico con los
animales es el enfoque en el “aquí y en el ahora”, el estar en el presente, el poder mantener la
mente y el corazón enfocado en el presente, es ese momento mágico donde
desaparece el pasado que nos lastima y el futuro que nos atemoriza, ambos
elementos ya inexistentes pero que elegimos hacerlos parte de nuestro presente
como una atadura, como un yunque sobre nuestra espalda que nos impide fluir,
basta ver a un perro, aún y cuando le hayas gritado, en poco tiempo lo verás
moviendo su cola y sacando la lengua demostrándote su amor incondicional. Un
trabajo sumamente importante y bonito que se hace con los animales es que se
vuelven un espejo de nosotros mismos, es decir, si la persona que lo maneja es
agresivo, el animal probablemente lo será, por ahí dicen “dime cómo es tu perro
y te diré como eres”, así que te invito a que observes a tu mascota, pon
atención en qué has influido para que sea como es.
Es
importante mencionar que en muchas ocasiones,
no les damos a nuestros compañeros animales el mismo amor que ellos a nosotros y comenzamos a
antropomorfizarlos, es decir, darles atributos humanos y tratarlos como tal,
por ejemplo, el permitir que un perro brinque sobre nosotros, es una señal de
dominancia, es decir, se siente por encima de la familia, y muchas veces
termina habiendo situaciones de agresividad por una falta de asertividad en la
educación, es decir, en el momento en que logremos desprendernos de nuestro
sistema de creencias y podamos entender, como en el ejemplo, el de los perros,
entenderemos que ellos se rigen bajo ciertas reglas, por ejemplo, en una manada
debe haber un perro alfa, por eso el humano debe ser el alfa, para evitar
conductas inadecuadas, debemos respetar su especie, y dejar al perro que sea
perro y que esté a gusto siéndolo, igual que con todas las demás especies.
Es así como estos seres
maravillosos, pueden ayudar a sanarnos a todos los niveles, físico, emocional,
mental y del espíritu, historias hay muchas, perros que guían, que alertan
sobre ataques epilépticos, infartos, alzas en el nivel de azúcar, gatos y
perros que dan la vida a cambio de la de algún miembro de la familia, caballos
que salvan la vida de quien los monta aún y cuando la propia esté en riesgo,
ahora tu elijes cuál quieres que sea tu historia, sin lugar a dudas son seres llenos de amor,
grandes maestros que nos permiten recordarnos que el estar aquí, ahora, en el
presente…¡vivos!, es nuestro mejor regalo, que nos vinculan y conectan con la
naturaleza, pero sobre todo nos dan esa increíble oportunidad de conectarnos
con esa sabiduría Divina y por lo tanto con nosotros mismos.
Amor, abrazos y bendiciones!
Olga Caraza
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